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miércoles, 5 de agosto de 2015

[133] Para cortarse las venas con una arrocita

“Eleanor Rigby”, de The Beatles, en su álbum Revolver (1966)

Esta semana, como tercera entrega de la serie “Dime cómo te llamas”, vamos con un famosísimo tema de los Beatles. Sería aventurado decir que es el más famoso (teniendo ellos tantos), pero sí tiene la curiosidad de ser la canción más versionada de todos los tiempos, seguida no muy lejos por “Ne me quitte pas”, “Summertime” y “Que los cumplas feliz”.

La canción en cuestión es “Eleanor Rigby”. Si bien el tema aparece como compuesto por Lennon/McCartney, esta es una canción de Paul. John Lennon hizo un par de aportes en palabras concretas, pero el tema, la letra y todo es puro (y el mejor) McCartney. Las canciones de Lennon siempre tuvieron una onda de autoayuda alegre, él nunca habría hecho un tema como este. George y Ringo también hicieron mínimos aportes, pero esta canción es de Paul, e incluso lo demás se solían referir a ella como “el bebé de Paul”: la canción mimada, la favorita. Una canción extraña, que marcó sin dudas un antes y después en la historia de los Beatles, y del rock todo.



Porque el tema de esta canción es la gente sola, los solitarios. Que una banda de rock tome este tema, tan poco glamoroso y tan bajón, es algo rarísimo. Que el resultado sea una canción tan buena como esta, sería imposible para cualquiera excepto para The Beatles.

Sí hay y había canciones “dark” con cementerios y tumbas; por ejemplo, justo cuando salió esta canción, en los topes de los charts estaba “Paint it black”, the los Rolling Stones, que no es nada alegre y tiene su escena de autos negros en el cementerio. Pero acá hablamos de gente común y gris, de una solterona, de un cura de pueblo: gente que cuando muere nadie va al entierro, y cuando vive nadie los visita. Sin hijos, sin parientes, sin amigos.



Mi tío Joan, a partir supongo de escuchar “Eleanor Rigby”, hizo una canción titulada “La tieta”, que describe, en forma descarnada y brillante, la vida y muerte de la tía solterona de la familia. Pero musicalmente, la canción es pesada, lenta, y francamente aburrida (y eso lo digo yo, que lo adoro al tío). En cambio Paul compuso un tema genial, pegadizo, sobre una escala dórica que va bajando de semitono en semitono en cada tiempo fuerte del compás. Martin, el arreglador de los Beatles, completó el efecto con un contundente cuarteto doble de cuerdas (dos violonchelos, dos violas, cuatro violines) que toca en staccatto (es decir, no ligando una nota con otra, sino cortando el sonido, para que cada nota quede sola y seca, separada de la siguiente). No voy a hacer ningún descubrimiento si digo que Paul es un gran músico (así como lo fue John, pero a mí siempre me gustaron más las canciones que muestran la impronta de McCartney). Pero lo digo igual: qué gran músico. 

(En cambio, Ringo Starr, por ejemplo, era un baterista malísimo, pobre. En esta canción no aparece, y no se lo extraña para nada. A veces pienso qué bárbaros (más) hubieran sido los Beatles si hubieran tenido un baterista copado, tipo Keith Moon.)



Y qué letra.

Eleanor Rigby, ese nombre sonoro, súperirlandés, parece contener en sí toda la historia de ese personaje. Como si la letra de la canción lo único que hiciera es desarrollar esa historia ya contenida en el nombre propio.

Stat pristina rosa nomine / nomina nuda tenemus, me interrumpe mi hermana la tercera que dijo un monje benedictino y después un escritor italiano. Asiento con la cabeza y espero, porque seguro que ahora viene la traducción, mi hermana no se aguanta sin traducir una cita en latín. Ahí está, ya sabía: “La rosa primera está en el nombre / solo tenemos nombres desnudos”. Ajá.

La canción consta de solo tres estrofas, conectadas entre sí por una especie de doble estribillo: el que encabeza la canción (“Ah, mira a todos los solitarios”) y el que, tras repetir ese mismo verso, pregunta de dónde es que vienen y adónde pertenecen los solitarios.

El comienzo es notable:

Ah, look at all the lonely people!

Uno se imagina frente a una llanura llena de gente solitaria. Como si pudiera, en el ojo de un Aleph, observar a todos los solitarios del mundo al mismo tiempo. Y son muchos, más de los que creeríamos o querríamos que fueran. Y el cantor nos los muestra a todos, cual un diablo que ofreciera el mundo entero desde la cima de una montaña (“Tibi dabo...”, cita mi hermana la tercera, pero ya no le doy bola).

Pero enseguida comienza la primera estrofa, y de ese mar de gente solitaria se cuenta únicamente la historia de dos: Eleanor Rigby primero, y el padre McKenzie después. Eleanor es una solterona que va todo el tiempo a la iglesia y que levanta del suelo el arroz, cuando terminan las bodas; una imagen genial, pues remite por un lado a la pobreza de Eleanor y a su “vivir en un sueño”, a soñar que vive una vida diferente de la suya, que está por llegar el encuentro con ese alguien (desconocido) a quien espera junto a la ventana, con una máscara de circunstancia que esconde su verdadera tristeza.

Eleanor Rigby
levanta el arroz en la iglesia
después de una boda.
Vive en un sueño,
espera en la ventana llevando la cara
que guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para quién es?

La segunda estrofa introduce el segundo protagonista de la canción, la contraparte masculina de Eleanor, igualmente irlandés, igualmente solitario: un cura de pueblo, el padre McKenzie. Paul pensó de entrada usar su propio apellido para ese personaje, y que fuera el “padre McCartney”, pero imaginó que la gente que escuchara la canción iba a pensar que estaba hablando de su propio padre, en lugar de un cura desconocido, así que decidió buscar otro apellido.

El padre McKenzie prepara su sermón dominical que dirá en una iglesia vacía, zurce sus propias medias en la noche, siempre solo... ¿Por qué le importa? ¿Y qué le importa? Quién sabe.

Me parece genial, también, esa onda irlandesa, católica y decadente, que sobrevuela la canción, y que se logra apenas con los nombres de los personajes, un par de imágenes y la mención de la palabra “iglesia”.

El padre McKenzie
escribe las palabras de un sermón
que nadie oirá.
Nadie se acerca.
Míralo trabajar,
zurce sus medias en la noche
cuando no hay nadie allí,
¿qué le importa?

Y en la tercera estrofa, estos dos personajes tan grises se encuentran o, mejor dicho, se terminan de desencontrar. Eleanor Rigby muere (su muerte es exactamente como su vida, intrascendente y común, solitaria) y es enterrada en la iglesia de McKenzie. Este, suponemos, dirá unas palabras en la ceremonia, aunque no haya nadie más allí, enterrará él mismo a la pobre mujer y luego se sacudirá la tierra de las manos y se alejará, sabiendo (él y todos) que nadie fue salvado esa mañana.

Y la canción termina con el segundo estribillo, el que conecta con la frase inicial y se pregunta (sin respuesta posible) sobre ese mar de gente solitaria: de dónde vienen, a dónde van.

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

Todo esto dura apenas dos minutos y monedas (¡la duración de un tema punk!), porque la canción es rápida e incesante. Un tema bastante depre, y sin embargo, a pesar de que si fuera por la letra nos darían ganas de degollarnos con una galletita de agua (o mejor, una galleta de arroz, o mejor que mejor, con el filo de un grano de arroz, en honor a Eleanor), la canción no deja de sonar desde hace ya casi cincuenta años, y sigue siendo cantada y reversionada por montones de cantantes y grupos.

Es, en síntesis, una canción valiente, porque la soledad (ese caballero andante de la muerte) es un tema más que difícil de acompañar con música. El éxito sostenido de este tema marcó una nueva etapa para The Beatles, que se abrieron de las puras baladas y canciones de rock para permitirse hacer también experimentos musicales y explorar temáticas “raras” en sus letras.




Eleanor Rigby

Ah, look at all the lonely people!
Ah, look at all the lonely people!

Eleanor Rigby
picks up the rice in the church
Where a wedding has been
Lives in a dream,
Waits at the window, wearing the face
That she keeps in a jar by the door,
Who is it for?

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

Father McKenzie,
writing the words of a sermon
That no one will hear,
No one comes near.
Look at him working,
darning his socks in the night
When there's nobody there,
what does he care?

All the lonely people,
where do they all come from?
All the lonely people,
where do they all belong?

Ah, look at all the lonely people!
Ah, look at all the lonely people!

Eleanor Rigby
died in the church and was buried
Along with her name.
Nobody came.
Father McKenzie
wiping the dirt from his hands
As he walks from the grave
No one was saved.

All the lonely people,
where do they all come from?
All the lonely people,
where do they all belong?

Eleanor Rigby

Ah, mira a todos los solitarios.
Ah, mira a todos los solitarios.

Eleanor Rigby
levanta el arroz en la iglesia
después de una boda.
Vive en un sueño,
espera en la ventana llevando la cara
que guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para quién es?

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

El padre McKenzie
escribe las palabras de un sermón
que nadie oirá.
Nadie se acerca.
Míralo trabajar,
zurce sus medias en la noche
cuando no hay nadie allí,
¿qué le importa?

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

Ah, mira a todos los solitarios.
Ah, mira a todos los solitarios.

Eleanor Rigby
murió en la iglesia y fue enterrada
junto con su nombre.
Nadie vino.
El padre McKenzie
se limpia la tierra de las manos
mientras se aleja de la tumba.
Nadie fue salvado.

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?




Coo bonus track, y ya que mencioné que hay millón de versiones de este tema, van un par: la de David Cook, en el reality musical "American Idol", Ray Charles y PAIN (grupo metalero under, cuyo cantante siempre parece que está cantando por última vez en su vida, antes de fenecer).







Bueno, eso es todo por hoy, me vuelvo a escuchar en mi Winco “Eleanor Rigby”, que me acompañará alegremente toda la semana.


Hasta la próxima,


DJ Vaguenzie

1 comentario:

  1. Si la verdad es depre la muerta en la Iglesia, un lugar tan importante para los irlandeses.
    Pero a Eleanor Rigby la salvo una canción o la inventó para hacernos pensar que de carne somos y que nos cuidemos del arroz.

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