solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 10 de noviembre de 2020

[246] No me des leña, enséñame a volar

 

“Canción del pinar”, de Jorge Fandermole (1993)

 

Se termina hoy la serie “El que no corre vuela” con una famosa canción del enorme cantautor rosarino Jorge Fandermole, popularizada en la versión de otra exponente de la trova rosarina, Silvina Garré.

Es una canción sutilmente mitológica, como “Eiti Leda” (posteo 127, junio de 2015), pero aquí no hay dioses de brillantes armaduras, sino apenas personas que se transforman, metamorfoseándose en elementos naturales, como un árbol o un pájaro, al punto que llega un momento en que ya olvidaron que son personas y habla directamente el árbol o el ave.

(Wang Mingming, "Anuncio de primavera")


Mi hermana la tercera me dice que ya lo escribió Ovidio, a todo esto, y que Dafne, y que Procne, le chanté un mate para que dejara de decir esos nombres árabes, odio cuando se pone a inventar cosas, la transformaría en radio y le sacaría las pilas.


Es, por sobre todo lo demás, una canción de amor. No de enamorarse, ni de amor no correspondido, no de “y matarme contigo si te mueres”, sino una canción de amor y punto, sin rebajar ni presumir, sin desviarse ni escapar.
 

El cantor (que podría, por supuesto, ser cantora, como se ve en la versión de Garré) plantea un trueque. Empieza, astutamente, por lo que él ofrecerá, que no está nada mal:

Quiero dejar todas las palomas

en el cedro de tu alma y todo el beso en tus pies,

 

Pero enseguida se da cuenta de que no la está convenciendo mucho, y acepta que sabe bien que lo que le pedirá a ella será mucho más que lo que él está aportando:

que dejes de mirarme burlona,

sé que te estoy dando poco y mucho te pediré.

 

Y entonces él empieza a enumerar todo lo que quiere de ella, al quererla, y ese listado de deseos llega hasta el final de la canción. Así como los gemelos fantásticos chocaban anillos, ella y él se van transformando, a lo largo de la canción, en los lisérgicos pero simbólicos pedidos de él: le pide, en principio, que ella sea nube mientras él es pradera (y que, si llegara a alcanzarlo un incendio forestal (como estamos teniendo de a miles este año), ella llueva para apagar el incendio; y que no se vaya tras las golondrinas en febrero, hacia el bosque, sino que le enseñe a él, que está quieto y pegado al suelo, a volar, para que él pueda ser dueño (como ella) del cielo y, si quisiera, también de un pinar.


(Li Xiongcai, "Pájaro y pino")


La segunda estrofa es más oscura, pues los pedidos (y las mutaciones) se multiplican: le pide que se haga un Sol pero se mantenga cerquita (para calentarse más, supongo: está subiendo de tono la cosa), que se haga un leño y se queme dentro de él (“¿Me estás diciendo tronca?”). Que tengan niños alrededor que les berreen sus nombres y que, cuando llegue el momento de morir (“cuando lleguemos a la tierra”), en una última transformación mágica, vuelvan a transformarse en árboles: “únete conmigo en savia, así haremos sombra igual”.

Y termina con la repetición del pedido de que no se vaya tras las golondrinas sino que se quede con él, a enseñarle a volar.

Claro que todo esto puede leerse en clave simbólica: "ser árbol" puede referirse a ser estable, a ser el pilar de una relación, mientras que "ser nube" o "ser pájaro" puede aludir a lo opuesto, a un nunca quedarse quieto. Lo dejo a vuestro criterio, que dejé el prado en el fuego y se me está quemando.

En fin: una gran canción de amor a (y en) la naturaleza, que suena muy bien en la voz de su autor y mejor todavía en la hermosa voz de Silvina Garré (quien hace los mínimos cambios necesarios para que le cante una ella a un él).

 

Por Fandermole:

https://www.youtube.com/watch?v=lwbsWpUkiOg


 

Por Silvina Garré:

https://www.youtube.com/watch?v=Qjr266vznR4


 

Canción del pinar

Quiero dejar todas las palomas

en el cedro de tu alma y todo el beso en tus pies,

que dejes de mirarme burlona,

sé que te estoy dando poco y mucho te pediré.

Sé la nube sola en mi pradera

seré tu querido verde y serás sombra en mi mitad.

Y si ves que mi verde se quema,

llueve tu llorosa pena y el verde nuevo se hará.

Y que no te vayas un febrero

detrás de aquella bandada azabache hacia el pinar.

Quiero ser también dueño del cielo y un pinar,

pero es preciso que me enseñes a volar.

 

Hazte sol cercano en la distancia,

hazte en el recuerdo un leño y quémate en mi interior.

No quiero tener más noches frías

ni poder tan solo en sueños despertarme junto a vos.

Que tengamos alrededor nuestro

quien berree nuestros nombres y mucha sombra por dar,

y cuando lleguemos a la tierra

únete conmigo en savia, así haremos sombra igual.

Y que no te vayas un febrero

detrás de aquella bandada azabache hacia el pinar.

Quiero ser también dueño del cielo y un pinar,

pero es preciso que me enseñes a volar.

 

 

Y como bonus track, va por la cantante peruana Carmina Cannavino y Lucho González (peruano también, percusionista), en una bella versión donde se nota perfecto que esta canción, señoras y señores, era una zamba, ya lo decía yo:

https://www.youtube.com/watch?v=DsmZZVrEBFw


 

Bueno, eso es todo por hoy, seguiría pero llego tarde a mi clase de vuelo por zoom y no quiero dejar plantados a mis compañeros.

Hasta la próxima,

DJ Vago

2 comentarios:

  1. Bellísima reseña de este temón. Un autor impecable Jorge, pero también Silvina le otorga esa ternura de la voz femenina. Gracias Sebas.

    ResponderEliminar