solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

lunes, 18 de agosto de 2014

[92] Es una massssssa


“La maza”, de Silvio Rodríguez, por Mercedes Sosa; “Masa”, huayno sobre un poema de César Vallejo; y “Sledgehammer”, de Peter Gabriel



A las poetas y los poetas, en especial a Germán Machado, 
por eso de las “separaciones mínimas”.



Bueno, aquí termina por fin la serie “Mundial Vago de la Canción™”, en el que aprovecharé la mínima separación que hay entre la S y la Z para presentar tres temas bien diferentes pero casi homónimos. Y de alguna manera los tres se relacionan (ponele), pero son tan distintos que se me resultaría difícil elegir uno de ellos. Pero eso se los dejo a ustedes.

Iba a titular este posteo “S/Z”, pero cuando le conté a mi hermana la tercera me empezó a protestar nosequé, no entendí bien, pero sonaba como la formación de Francia en el mundial reciente: Balzac, Barthes, Sarrasine, Nouvelle, Bataille, Roland, Honoré, Lexiá… Faltaba Zinedine Zidane y cartón lleno. Al final, me pareció menos trabajoso pensar un título nuevo que entender lo que me decía mi hermana la ters/zera.

El primer tema de hoy es un huayno, es decir un género musical bailable andino, movido, alegre. Este no empieza muy alegre, pero al menos termina bien. Se titula “Masa”, y la letra es un famosísimo poema del gran César Vallejo, poeta peruano. Yo nunca leo, pero si leyera, diría que Vallejo es uno de esos poetas que uno debería leer cuanto antes. Imagino.

Este poema es, en todo sentido, memorable. Plantea cómo un muerto (un combatiente muerto en la batalla) se empecina en seguir muerto, a pesar de los ruegos sucesivos de una, dos, veinte, cien, mil, quinientos mil y millones de personas que le suplican que reviva: “Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.

Pero cuando se juntan todas las personas, toda la masa humana pidiendo al unísono por él, el muerto finalmente se conmueve, ¡y revive! Se levanta, abraza al primero y empieza a caminar, como Lázaro. Pero el milagro no lo hizo un Mesías individual, sino una Masa activa, levada. Y el poema termina con unos puntos suspensivos (hasta se escuchan en el huayno, si uno aguza los oídos) que indicarían que esto sigue, que la historia no termina allí, que la unión de todos los humanos no se acaba allí con la resurrección de uno solo.



“Masa”, huayno



Masa

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...



La segunda canción del grupo es “La maza”, de Silvio Rodríguez, de quien ya comentamos, (mucho) tiempo atrás “Ojalá”. En este bello poema, el cantor plantea, tal vez, un arte poética: si él no tuviera creencias y valores, ideologías y luchas, sería un fraude como artista, tan solo una cáscara, un mejunje sin sentido, una masa sin sustancia, en la que no se puede, o no vale la pena, diferenciar qué es guitarra y qué es cantor, y cuyas mayores pretensiones son apenas lucecitas de colores. Algo sin propósito, como un mazo en un mundo de algodón, sin nada duro que golpear:

¿Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera?
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores pretensiones
que lucecitas montadas para escena.



La canción es preciosa cantada por Silvio, pero elegí esta vez la versión de Mercedes Sosa, porque como ya sugerí alguna vez, su voz emociona hasta cantando los números de la lotería.


La maza, de Silvio Rodríguez, por Mercedes Sosa:

La maza

Si no creyera en la locura,
de la garganta del sinsonte,
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura.

Si no creyera en la balanza,
en la razón del equilibrio,
si no creyera en el delirio,
si no creyera en la esperanza.

Si no creyera en lo que agencio,
si no creyera en mi camino,
si no creyera en mi sonido,
si no creyera en mi silencio.

¿Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera?
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores pretensiones
que lucecitas montadas para escena.

¿Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera?
¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?
Un testaferro del traidor de los aplausos,
un servidor de pasado en copa nueva,
un eternizador de dioses del ocaso,
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

¿Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera?
¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?

Si no creyera en lo más duro,
si no creyera en el deseo,
si no creyera en lo que creo,
si no creyera en algo puro.

Si no creyera en cada herida,
si no creyera en lo que ronde,
si no creyera en lo que esconde,
hacerse hermano de la vida.

Si no creyera en quien me escucha,
si no creyera en lo que duele,
si no creyera en lo que quede,
si no creyera en lo que lucha.

¿Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera?
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores pretensiones
que lucecitas montadas para escena.

¿Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera?
¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?




La tercera y última canción de hoy es también “Maza”, pero en inglés tiene bastantes letras más: “Sledgehammer”, por Peter Gabriel, de 1987.



No parece muy en la onda de los temas anteriores, porque plantea más bien un intento (desesperado) de levante. Él le dice a ella (ponele) que puede ayudarla a ser lo que quiera ser… si tan solo le da un poco de bola. “Tan solo llamame / y seré todo lo que necesitás”. Ella tiene solamente que decir su nombre (como un Mesías que dijera el nombre de Lázaro) y él se levantará, hecho maza, para romperlo todo, para destruir gustosamente la cantera de ese mundo conocido, hasta dejarlo hecho añicos. (Hecho añicos es una expresión que no tengo ni idea de qué significa, en realidad, pero me gusta cómo suena, así que la utilizo siempre que la prosa me lo permite.)

O sea que esta aparentemente simpaticona letra no está exenta de profundidad, si uno entrecierra los ojos mientras escucha:

Quiero ser tu maza,
¿por qué no dices mi nombre?
Oh, déjame ser tu maza,
este será mi testimonio.

Sledgehammer, por Peter Gabriel


Podría decir más cosas de las tres canciones seleccionadas hoy, pero no quiero cansar(me), y tampoco quiero que se note mi total ignorancia sobre las sutilezas de lo poético: el silencio es el placebo de la sabiduría.

Así que con esto termina, ahora sí, el posteo y la serie. Resucitaré recién el lunes próximo, siempre y cuando se junten varios a pedirme.


DJ Vago

1 comentario:

  1. Levántate, sandiyei, una y mil veces! Multitudes lo gritan en silencio.
    AA

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