“Inmigrant song”, de Led Zeppelin, en su álbum Led Zeppelin III (1970)
Hoy, mientras estaba en la
oficina desordenando archivos, he descubierto que puedo lograr que cualquier
día sea lunes. No que se sienta como
lunes, sino que efectivamente sea
lunes. Tengo pruebas. He descubierto una maravillosa forma de demostrar mi
descubrimiento, pero desarrollarla aquí me llevaría demasiado esfuerzo, así que
la dejo anotada en el margen de un libro de aritmética.
Termina hoy (lunes), sin
pena pero con una pasajera gloria, la serie “Inmigrantes”, con una canción de
una onda bien diferente de las anteriores: “Canción del inmigrante” de Led
Zeppelin, una de las más famosas de su tercer disco.
Si no saben qué es Led
Zeppelin, ustedes deben vivir en donde brilla el sol de medianoche; y aunque no
lo merecen, los desasnaré brevemente comentándoles que es la mitológica banda
que el guitarrista Jimmy Page formó en 1968 con Robert Plant (el cantante
rubio), John Paul Jones en el bajo y John Bonham en la batería. En tres años
revolucionaron el mundo del rock, con discos espectaculares, experimentales,
brutalmente talentosos y llenos de vida y de música, aunque poco ingeniosos en
su titulación: Led Zeppelin I, Led Zeppelin II y Led Zeppelin III. Tras algunos discos y giras más, en 1980 la banda
se disolvió, tras la muerte accidental de Bonham. Sin embargo, siguieron
vendiendo y siendo escuchados, y parece mentira que ya hayan pasado, por
ejemplo, más de cuarenta años del lanzamiento de la canción elegida hoy. Led
Zeppelin son la banda que más discos vendió en la historia del mundo, después
de The Beatles. Unos 300 millones de discos. Lo que en sí no significaría nada,
porque hay cada gil que vendió un montón de discos también; pero en este caso
cada disco vale más de lo que cuesta.
“Inmigrant song” fue
dedicada a Leif Eriksson, un famoso marino y explorador vikingo que fue, en el
año 1000, no el primero en llegar, pero sí el primer europeo en pisar tierras americanas
y nombrar lugares en este continente. Casi quinientos años antes que cierto
genovés sobrevalorado.
(Aclaro aquí que, por ridículo
e improbable que suene, tengo amigos que son especialistas en el tema de los
vikingos, así que todas las afirmaciones sobre la cultura vikinga y la historia
nórdica que pueden leer en esta entrada del blog han sido chequeadas por
expertos; ellos son también los que me prohibieron mencionar a “ese”, el
navegantucho italiano que chapurreaba el español y dio nombre a un equipo de fútbol
santafesino.)
La canción empieza con
otro compases de un riff incesante y movilizador, y enseguida una especie de
grito-lamento-amenaza de Robert Plant que en la letra figura como un simple “aaaah,
aaaah”, pero al escucharlo es, como notarán enseguida, inquietante, ríspido, memorable.
Como el graznido de un cuervo albino listo para darse un festín sobre un sangriento
campo de batalla. Esos primeros quince segundos ya hacen que la canción valga
la pena.
En Shrek 3, Blancanieves
usa ese comienzo “sobrenatural” para dar la voz de ataque a sus maléficos
bambis, ardillas y pajarillos; pero luego, el ataque grupal se hace sobre el
cover de otra canción comentada en este blog, “Barracuda” de Heart. Por cierto,
el riff inicial de “Inmigrant song” recuerda, en cierta forma, al de Heart, y
como dije aquella vez, las chicas de Heart eran fans confesas de Led Zeppelin.
Empieza ahora la letra,
que no es muy extensa pero muestra un lado poco explorado de la inmigración. Acá
no venimos humildemente, pidiendo permiso o escabulléndonos a escondidas, a
aprovecharnos del sistema de salud y robarles trabajo a los locales: acá los
inmigrantes venimos a conquistar, a saquear, a destruir y luego a permitir,
graciosamente, que los locales reconstruyan todo lo que arrasamos, para que podamos
por fin vivir todos en paz: pero reconstruyan calladitos, eh, que me saco el
cinto.
Dice la canción que
nosotros, los inmigrantes, venimos “de la tierra del hielo y la nieve, del sol
de medianoche y los géiseres”. Un clima de porquería, bah. Eso hace que
busquemos nuevas tierras, guiados por “el martillo de los dioses” (una
referencia a Miöllnir, el martillo de Thor, que al menos en este verso parece
funcionar como brújula). Estamos dispuestos a “combatir la horda”, sin miedo,
porque la muerte en batalla es para los vikingos una recompensa: un tiquet
dorado para entrar al banquete de los dioses en el Valhalla.
Vamos remando y remando,
trillando las olas (el barco es llamado “el arado del mar”, en los poemas nórdicos,
y es frecuente la analogía del mar con un campo fértil) hacia el oeste.
Y al llegar, descubrimos
tus hermosas praderas, como de la intro de “La familia Ingalls”: qué suaves tus
campos tan verdes. Te felicito che. Eso sí, inmediatamente el “inmigrante”
aclara: así de locus amoenus como se
ven, tus campos verdes pueden suspirar horrendas historias de sangre derramada.
Porque
somos tus amos, tus conquistadores. Sit.
La última estrofa parece
indicar que hubo una batalla, que no fue que enseguida se rindieron, los
locales. Pero el resultado de esa batalla ya es obvio, así que el inmigrante
amenaza: “Mejor que pares ya (de luchar, supongo), y te dediques a algo más
productivo, como empezar a reconstruir las ruinas que quedaron”. Y termina con
una graciosa y esperanzadora promesa de prosperidad: “pues la paz y la
confianza pueden resultar victoriosas a pesar de tus cuantiosas pérdidas”. Re
buena onda, los inmigrantes, eh.
La historia real no fue
así, por supuesto: los vikingos llegaron a lo que hoy es América del Norte y establecieron
colonias, pero estas no duraron muchos años, porque los nórdicos no se llevaron
bien con los indígenas y estos, básicamente, se hincharon las bolas y los
echaron a las patadas. Tal vez si hubieran tenido esta canción para
inspirarlos, los vikingos podrían haber mejorado su performance.
Pero me gustó terminar la
saga de los inmigrantes (que sufrieron ya mucho en las tres canciones previas) con
este tema orgulloso y pendenciero, que anuncia que tu tierra es mi tierra y
mejor que lo aceptes antes de que me enoje más.
Inmigrant song
Aaaah. Aaaaah.
We come from the land of
the ice and snow,
From the midnight sun where
the hot springs flow.
The hammer of the gods will
drive our ships to new lands,
To fight the horde, singing
and crying:
On we sweep with threshing
oar,
Our only goal will be the
western shore.
Aaaah. Aaaaah.
We come from the land of
the ice and snow,
From the midnight sun where
the hot springs blow.
How soft your fields so
green, can whisper tales of gore,
Of how we calmed the tides
of war.
We are your overlords.
On we sweep with threshing
oar,
Our only goal will be the
western shore.
So now you'd better stop
and rebuild all your ruins,
For peace and trust can win
the day despite of all your losing.
Canción del inmigrante
Aaaaah. Aaaaah.
Venimos de la tierra del hielo y la nieve,
del sol de medianoche, donde fluyen los géiseres.
El martillo de los dioses conducirá nuestros barcos
a nuevas tierras,
para combatir a la horda, cantando y gritando:
“¡Valhalla, estoy llegando!”.
Vamos avanzando con remo trillador,
nuestro único objetivo será la costa occidental.
Aaaaah. Aaaaah.
Venimos de la tierra del hielo y la nieve,
del sol de medianoche, donde fluyen los géiseres.
Qué suaves tus campos tan verdes: pueden suspirar
historias de sangre derramada,
de cómo aplacamos las mareas de la guerra.
Somos tus dominadores.
Vamos avanzando con remo trillador,
nuestro único objetivo será la costa occidental.
Así que mejor que te
detengas y reconstruyas tus ruinas,
pues la paz y la confianza
pueden resultar victoriosas a pesar de tus cuantiosas pérdidas.
Esto es todo, voy cerrando aquí mi extenso lunes, con el anuncio de que la próxima semana comenzaré la última serie de
esta segunda temporada, en la que saldaré unas pocas de las muchas deudas que
me quedan y me prepararé para unas merecidas y, sobre todo, necesarias
vacaciones.
Hasta el próximo lunes o
el Ragnarök, lo que suceda primero:
DJ Viking
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