“Y sin embargo”, de Joaquín Sabina (1994)
Hoy concluye al fin (nada puede escapar) la serie “Romant...
bué, ponele sí, romántico masomeno”, con un tema en castellano. Estuve a punto
de elegir “Nada”, mi canción preferida de Aute, pero al final me decidí por
esta de Sabina, que me gusta menos, pero que cuadra mejor con la serie y tiene
cosas interesantes para comentar y escuchar.
No es la primera vez que aparece Joaquín Sabina en el
blog (vean el posteo 104 de diciembre de 2014, en el que, como de costumbre, me
lucí). Aunque probablemente será la última vez que reseñe un tema de él, porque
la verdad no es que me gusten tanto las canciones de Sabina. Y sin embargo, opino
que algunas están muy logradas, en su particular estilo.
Como la canción elegida hoy, titulada “Y sin embargo”.
Que nació de un reclamo: le hicieron notar a Joaquín que tenía ya varios discos
editados y sin embargo, ninguna canción de amor. Y entonces compuso este tema
que es, si uno lo mira con un ojo, una canción de amor, y si uno lo mira con el
otro ojo, no sé lo que es, pero es otra cosa.
Según declaró Joaquín, “Y sin embargo” es la historia de
un tipo que camina por la calle tomado del brazo con el amor de su vida, y sin
embargo cuando pasa por al lado una mina se da vuelta para mirarle el culo. Una
definición que me parece muy exacta.
Sabina fue el primer sorprendido por la buena aceptación
que tuvo el tema entre el público femenino, y eso lo llevó a darse cuenta que
la mujer que caminaba tomada del brazo con el amor de su vida también le miraba
el culo al tipo que pasaba por al lado. Podría haberlo imaginado de entrada,
pero bueno, es Sabina.
Por supuesto que no todo amor es infiel, y que una cosa
es mirar un culo ajeno y otra muy diferente es pedir un champán francés a
medianoche en un cuarto de hotel. Pero para el cantor de este tema eso son
apenas detalles. No está orgulloso de cómo es, y sin embargo, luego de
describir su situación (la ama a ella, pero constantemente se entrevera con
otras) la juzga casi como algo inevitable. Él se presenta como una especie de
adicto, onda el cantor de tangos que asevera, canyengue y aplomado: “Si soy
así, ¿qué voy a hacer?”. No puede evitar ser como es, y en el fondo tampoco lo
intenta: como a Amy Winehouse, quieren hacerlo ir a rehabilitación, pero
responde: “No, no, no”.
Pero Sabina lo plantea en una bella canción en 4/4, armada sin
estribillo pero con tres tipos de estrofas:
a) Estrofas lentas de siete versos, que comienzan con
palabras de dos letras: “De”, “Ni”, “No”. Son las dos primeras estrofas y la
quinta. En ellas se plantea la situación del cantor, que le habla a su amada y
muy suelto de cuerpo, comienza su alegato con el verso “De sobra sabes que eres
la primera”.
Pequeño Saltamontes: nunca le digas algo así a la persona que te
ama, porque te responderá, probablemente, que preferiría ser la única. Aun así,
con esa frase sola probablemente evitarías el piñón en la cara, si quedara allí
la cosa.
Pero el cantor sabino se embala rápidamente y luego de proclamar, muy
romántico, que daría la vida entera por ella:
De
sobra sabes que eres la primera,
que
no miento si juro que daría
por
ti la vida entera,
por
ti la vida entera
... en vez de un punto seguido (que caía redondo ahí en
la frase) sigue la oración con un “y sin embargo”, y ya como que ni necesitamos
escuchar lo que viene para saber que la está por embarrar fiero:
y
sin embargo un rato cada día
ya
ves, te engañaría con cualquiera,
te
cambiaría por cualquiera.
Lo que no sería tampoco definitivamente terrible, si no
estuviera ese “ya ves”, que indica que ella sabe perfectamente cómo es él, y
que eso que le está diciendo no es novedad ni noticia para ninguno de los dos.
En la segunda estrofa intenta llevar agua para su molino
incluyéndola a ella en su grupo de wasap filosófico: “vos sabés mejor que yo
que las cosas son así”. ¿Y cómo son las cosas, según él?:
... sabes mejor que
yo que hasta los huesos
solo
calan los besos que no has dado,
los
labios del pecado.
La canción no dice si ella está de acuerdo con esto, pero
este es el núcleo de la justificación de él por ser como es (fiel de corazón
pero infiel de cuerpo) y es, a la vez, lo más discutible de la canción: uno podría
pensar que calan más los besos que SÍ se han dado (a esa persona que amamos),
que “los labios del pecado”.
Pero bueno. Él es así y ella lo sabe bien (como repite en
la tercera estrofa lenta, donde cuenta que cuando está en un hotel y pide
champán y cena con velitas siempre es con otra y nunca con ella).
b) Estrofas rápidas de siete versos, que empiezan con la
palabra “Y” y que resaltan ese ritmo con la repetición de esa (según mi hermana
la tercera:) “conjunción copulativa en polisíndeton”.
Y me
envenenan los besos que voy dando
y sin
embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño,
y
con todas si duermes a mi lado
y si
te vas, me voy por los tejados
como
un gato sin dueño ...
Los “y” repetidos no solo aceleran las escenas, sino que
hacen que resalte mucho más el contraste (lo adversativo del “sin embargo”): da
besos (a otras) que lo envenenan, pero cuando no está con ella la extraña, pero
cuando sí está con ella no la aguanta y él “se va por los tejados”, y cuando
ella vuelva es una fiesta, pero al día siguiente vuelve a comenzar “la guerra
fría”...
Y
cuando vuelves hay fiesta en la cocina
y
baile sin orquesta y ramos de rosas con espinas,
pero
dos no es igual que uno más uno
y el
lunes, al café del desayuno,
vuelve
la guerra fría
y al
cielo de tu boca el purgatorio
y al
dormitorio el pan de cada día.
O sea, este adicto a la inconstancia no solo se siente
incapaz de cambiar: tampoco tiene ganas. Cual apocado doctor Jekyll, siente que
su otro yo es diabólico pero igual sigue tomando la pócima burbujeante, hasta
que ya duda si su DNI no tendrá Hyde como apellido.
Y sin embargo, lo que sería solamente una especie de
canción semisicótica se hace más complejo e interesante porque aparecen
intercaladas...
c) Estrofas de cuatro versos que comienzan con “Porque”.
Son dos estrofas simétricas que incluyen un listado de comparaciones (“metáforas”
me dice mi hermana, y sin embargo no le doy bola). El primer término de la
comparación es siempre el mismo: “una casa sin ti”. Esa casa sin ella es
comparada, entonces, con ocho elementos:
Porque
una casa sin ti es una emboscada,
el
pasillo de un tren de madrugada,
un
laberinto sin luz ni vino tinto,
un
velo de alquitrán en la mirada.
(...)
Porque
una casa sin ti es una oficina,
un
teléfono ardiendo en la cabina,
una
palmera en el museo de cera,
un
éxodo de oscuras golondrinas.
Bellas imágenes, ¿no? “Una casa sin ti es una emboscada”
es un lindo verso; también es un hallazgo comparar la casa sin ella con “el pasillo
de un tren de madrugada”: algo solitario, frío, ruidoso, impersonal, vacío,
inquieto y mal iluminado.
En estas estrofas se aclara que es la presencia de ella
lo que hace que una casa sea una casa (“El paraíso era allí donde ella estaba”,
como dice de Eva el Adán de Mark Twain). Si la canción fuera solamente este
listado (y Sabina tiene buenas canciones que son pura lista, como “Y ahora” o “Nos
sobran los motivos”), sería una canción indudablemente romántica y buena onda.
Y probablemente, más olvidable. Al estar estas estrofas mechadas con las otras,
el mensaje de la canción es mucho más ambiguo, incierto y, en cierta forma,
humano. Uno puede no compartir esa forma de sentir y de ver el mundo, pero sin
dudas puede comprender que alguien sea así.
El videoclip es interesante también. Está en blanco y
negro (en gris, mejor dicho), y lo protagoniza una ella (que es Olga Román, cantante
amiga de Sabina), que muestra una vida típica y tranquila, un matrimonio de
mediana edad con felicidad moderada y sin sobresaltos; e intercalado en esas
escenas de vida cotidiana, aparece él (Sabina) como un ciego de traje y con
anteojos oscuros (“un velo de alquitrán en la mirada”) al que le hace falta ir
urgente al dentista, sentado en una terraza vacía, inhóspita a fuerza de sol
pleno. Hacia el final del clip ella se despide del marido y se cruza con él en
el pasillo de un tren: intercambian una mirada, él fuma, la deja pasar, cuando
se va la sigue mirando (probablemente, sabiendo cómo es Sabina, le mire el culo),
luego se apoya en la ventanilla y mira hacia afuera mientras sigue fumando. No
hay nada que sugiera un asunto amoroso entre ellos dos, “y sin embargo”...
Y
sin embargo
De
sobra sabes que eres la primera,
que
no miento si juro que daría
por
ti la vida entera,
por
ti la vida entera
y
sin embargo un rato cada día
ya
ves, te engañaría con cualquiera,
te
cambiaría por cualquiera.
Ni
tan arrepentido ni encantado
de
haberme conocido, lo confieso:
tú
que tanto has besado,
tú que
me has enseñado
sabes
mejor que yo que hasta los huesos
solo
calan los besos que no has dado,
los
labios del pecado.
Porque
una casa sin ti es una emboscada,
el
pasillo de un tren de madrugada,
un
laberinto sin luz ni vino tinto,
un
velo de alquitrán en la mirada.
Y me
envenenan los besos que voy dando
y sin
embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño,
y
con todas si duermes a mi lado
y si
te vas, me voy por los tejados
como
un gato sin dueño
perdido
en el pañuelo de amargura
que
empaña sin mancharla tu hermosura.
No
debería contarlo, y sin embargo,
cuando
pido la llave de un hotel
y a
medianoche encargo
un
buen champán francés
y
cena con velitas para dos,
siempre
es con otra, amor, nunca contigo,
bien
sabes lo que digo.
Porque
una casa sin ti es una oficina,
un
teléfono ardiendo en la cabina,
una
palmera en el museo de cera,
un
éxodo de oscuras golondrinas.
Y me
envenenan los besos que voy dando
y sin
embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño,
y
con todas si duermes a mi lado,
y si
te vas, me voy por los tejados
como
un gato sin dueño
perdido
en el pañuelo de amargura
que
empaña sin mancharla tu hermosura.
Y
cuando vuelves hay fiesta en la cocina
y
baile sin orquesta y ramos de rosas con espinas,
pero
dos no es igual que uno más uno
y el
lunes, al café del desayuno,
vuelve
la guerra fría
y al
cielo de tu boca el purgatorio
y al
dormitorio el pan de cada día.
Y me
envenenan los besos que voy dando...
Con esto termino mi lunes. El martes, al café del
desayuno, me encontrarán durmiendo, por supuesto: ese es mi pan de cada día. Ya
saben lo que digo.
DJ
Vago
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