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martes, 2 de diciembre de 2014

[101] Aunque me cueste


“No me arrepiento de este amor”, de Gilda (1994)


Luego de unas cortísimas vacaciones, empiezo nomás una nueva temporada de este blog, la tercera. Como cada vez decae más notoriamente el nivel de mis comentarios y me canso más rápido, probablemente sea una temporada corta: durará lo que me aguante la inercia.

Pero ya que empecé, no me voy a demorar con pequeñeces, y comienzo aquí una serie titulada “Elegí: amor o muerte”.

Como primera entrega de la serie, va una cumbia. Ey, no me miren así. No es un género que vaya a aparecer mucho por estos lares, pero no por una cuestión de principios; simplemente, porque la gran mayoría de las cumbias son pobrísimas, tanto musical como poéticamente. Por dar un ejemplo, Los Palmeras es uno de los pocos grupos de cumbia que tienen un estilo musical logrado, y varios de sus temas hasta podría decirse que presentan una cualidad hipnótica (escuchar o recordar, por ejemplo, la línea melódica de “Bombón asesino”); y sin embargo, las letras son tan básicas y denigrantes que solo con guglearlas ya aparece una advertencia del Inadi. El tema preferido de las cumbias, omnipresente casi,  es el culo. Y si bien es un tema que tiene sus bemoles, digamos que el culo, por más noble que sea, genera un corpus poético que presenta ciertas limitaciones. Ya lo sugirió sabiamente Shakespeare en 1608, en su obra Coriolano, cuando en un diálogo entre el tribuno Sicinio Venuto y Virgilia (la esposa de Cayo Marcio), esta señala, mientras les apunta con un cuchillo: “¿Qué tendrá que ver, hombres del Senado, el culo con la memoria?”.

Huyendo del culo, uno llega rápidamente a las pocas cumbias interesantes que hay; como la elegida como tema inicial de esta serie, “No me arrepiento de este amor”, de Gilda.


Gilda (seudónimo elegido a partir del personaje de "femme fatale" de Rita Hayworth; el nombre real de Gilda era Miriam Bianchi) es seguramente el mayor ícono de la cumbia-bailanta argentina, un género dominado por los “cantantes” y “compositores” masculinos. Su carrera musical (que comenzó al responder un aviso en el diario, que pedía vocalistas para un conjunto bailantero) fue breve, y sus años de éxito se concentraron entre 1992 (cuando sacó su primer disco) y 1996, cuando su cuarto disco, “Corazón valiente”, había recibido oro y platino. Su éxito no terminó, pero su vida sí, porque en septiembre de 1996, mientras viajaba por la ruta 12 a un recital en Chajarí, Entre Ríos, el colectivo en el cual viajaba con toda su familia y sus músicos fue embestido por un camión. Murió Gilda, y también su madre, su hija mayor, el chofer, tres músicos. Una tragedia horrible.

(No muchos años después ocurriría, en una situación similar, la muerte del cuartetero cordobés Rodrigo, de quien ya hablamos hace un año casi, el pasado diciembre (ver el posteo 59).)

Desde la muerte de Gilda, sus canciones, que tocaban temas más profundos que el culo, fueron escuchadas casi con veneración, y se le adjudicaron a Gilda cualidades de ángel y de santa, hacedora de milagros, receptora de rezos, etcétera.


Yo con la religión no me meto (ya tengo suficientes problemas lidiando con lo real, como para preocuparme por dios y sus secuaces), así que, respetuosamente, no comentaré sobre la espinosa cuestión de la santidad de Gilda.

Pero sí hablaré, ahora sí, sobre “No me arrepiento de este amor”, una de sus canciones más famosas, un tema de amor interesante desde lo musical, y bastante inquietante desde su letra.

La letra es breve,  apenas 14 versos (sería un soneto, si hubiera tenido Gilda un mínimo interés en la métrica). No menciona a la muerte en ningún momento, y sin embargo es una idea que ronda por todos los versos, sutilmente, a partir de expresiones como “aunque me cueste el corazón”, “siento que la vida se nos va”, “vamos remontando al cielo”.

¿Por qué me resulta inquietante, esta canción? Debe ser porque por más que la escuché mil veces, todavía no puedo decidir si el amante al que ella le habla está en el presente o en el pasado, si es una presencia real o apenas un recuerdo, si está vivo o murió (y si murió, si lo hizo metafóricamente o de verdad feneció).
Ella comienza aclarando que, pase lo que pase, no se arrepiente de este amor. Aunque le convendría. Aunque siente la tentación de hacerlo, de arrepentirse. Usa una expresión muy extraña y difícil de interpretar: “tiendo a arrancarme de tu piel” (en el cover que hicieron de este tema los de Ataque 77, cambiaron por “debo arrancarme de tu piel”, que también es confuso, pero menos).

El amor fue un milagro. A lo largo de la canción, parece que ese amor terminó (se habla del recuerdo, del ayer, de la puerta cerrada y la cama vacía que también recuerda y espera “la locura apasionada del amor”). Y sin embargo, el amor está aquí mismo, presente: es este amor, y los dos juntos van “remontando al cielo” en tiempo presente. El amor, entonces, fue y no fue, terminó y sigue, murió y persiste. Como la vida misma.
Siempre me pareció una canción tremendamente ambigua. Esta serie se titula “Elegí: amor o muerte”, y realmente esta canción parece plantear eso, pedirnos que decidamos si está hablando del amor nomás o también, y sobre todo, de la muerte (del amante, o de los dos amantes, o del amor mismo).

La ambigüedad se mantiene incluso en el último verso, “y no puedo arrepentirme de este amor”, pues no queda claro si quiere o no quiere arrepentirse. Si el arrepentimiento (a lo que tiende) es algo que intenta pero es incapaz de lograr, o algo que no quiere para nada, porque preferiría morir antes que arrepentirse. Y ese verso final conecta con el primero, y permite que la primera estrofa vuelva a comenzar y todo se repita, si uno quiere, interminablemente.


En cuanto a la música, aparece estructurada a partir del riff inicial (en cumbia, los riffs no son de guitarra, sino de trompeta o saxofón): tatarataratá - tara - tatá, que se va repitiendo como en un diálogo y reaparece (“remontando al cielo”) en los bordes de cada estrofa.

Y por todo esto, sostengo, aunque me cueste el corazón, que esta cumbia es un gran tema musical. Y tiendo a no arrepentirme de lo que afirmo (es más fácil alegar demencia temporal o refugiarse en el olvido).

El videoclip, muy sencillo, muestra una presentación en vivo, y su principal virtud es mostrarnos a Gilda cantando y bailando.

Aquí va el clip y la letra. Difrútenlo y después arrepiéntanse (si pueden):


No me arrepiento de este amor
No me arrepiento de este amor
aunque me cueste el corazón
amar es un milagro y yo te amé
como nunca jamás lo imaginé.

Tiendo a arrancarme de tu piel
de tu recuerdo, de tu ayer,
yo siento que la vida se nos va
y que el día de hoy no volverá.

Después de cerrar la puerta
nuestra cama espera abierta
la locura apasionada del amor

y entre un te quiero y te quiero
vamos remontando al cielo
y no puedo arrepentirme de este amor.



Y con esto termino este primer posteo de la temporada. La semana que viene seguiré con otra canción sobre estos temas tan light que elegí para romper el hielo: amor y muerte.

Remontando al cielo, se despide hasta la próxima,


DJ Vago

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