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miércoles, 26 de febrero de 2020

[225] Malevos que ya no son


“Malevaje” (1929), de Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo


Hoy, como tercera entrega de la serie “Volver al tango” (en la que ya comenté, créanme o revienten, diez tangos) vamos con un tema muy bueno y a la vez, muy gracioso. Que también podría tranquilamente participar de la otra serie que tengo en danza, la dedicada a la religión.

Se trata de “Malevaje”, un tango de crisis del 29, con música y letra de los “religiosos” Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo, respectivamente.

Aquí, el pasado perdido que se lamenta es él mismo: ya dejó de ser como era, ya no se reconoce a sí mismo. ¿Cómo era antes? Guapo, valeroso, macho, peleador: malevo, en una palabra. ¿Cómo es ahora? Un infeliz que cuando ve una pelea sale corriendo, que tiembla ante la sola idea de que lo hieran o lo metan en cana y que de noche se encierra en su cuarto a llorar como un adolescente. En fin: ahora es un cobarde (desde su propio punto de vista) o un sensible (creo que él consideraría más insultante todavía, ese calificativo). La segunda estrofa es la que detalla su situación tangueramente patética:

Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear me puse a correr...
Me vi a la sombra o finao;
pensé en no verte y temblé.
Si yo, que nunca aflojé,
de noche, angustiao,
me encierro a llorar...

Lo más gracioso es que no se hace cargo: le echa la culpa a ella, la mujer de la que se enamoró. Como si ella le hubiera lanzado un hechizo (“I put a spell on you...”), incluso él le pide que confiese qué es lo que le hizo:

Decí, por Dios, qué me has dado,
que estoy tan cambiado,
no sé más quién soy

Y los compañeros, los demás malevos, lo miran y no entienden nada: no pueden creer que él, que era el más guapo del lote, ahora esté tan tiernito y miedoso:

El malevaje, extrañao,
me mira sin comprender,
me ve perdiendo el cartel
de guapo, que ayer
brillaba en la acción.

Al final de la primera estrofa explica que está “embretao” en el corazón de ella, y en el estribillo cuenta cómo sucedió. Básicamente, la vio bailando tangos y se enamoró a primera vista. Es divertido que le eche en cara que por ella perdió, además del coraje, la fe (cuando en el comienzo de la canción le pedía “por Dios” que le dijera qué le había hecho).

Te vi pasar tangueando altanera
con un compás tan hondo y sensual
que no fue más que verte y perder
la fe, el coraje,
el ansia 'e guapear.


Y el estribillo cierra con la síntesis del lamento: soy una sombra de lo que fui, por tu culpa. Y dice, en un final memorable que siempre me hace reír, que lo único que le falta (lo que ya sería el súmum, lo más de lo más de lo anti-malevo) es ir a misa y arrodillarse para rezar:

No me has dejao ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz.
Ya no me falta, pa' completar,
más que ir a misa e hincarme a rezar.


En fin: un memorable tango que habla sobre la añoranza del pasado con una veta bastante graciosa.

(Mini digresión: el título de este posteo, “malevos que ya no son”, es un verso del tango “Tinta roja”)

No elegí la versión de Gardel, que es la primera pero bastante olvidable (musicalizada solo con guitarras y con una onda de aire campero), sino la más maleva, de Goyeneche en 1992, que tiene una intro espectacular (escuchen los primeros doce segundos) y que suena bien canyengue.


Malevaje
Decí, por Dios, qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy.
El malevaje, extrañao,
me mira sin comprender,
me ve perdiendo el cartel
de guapo, que ayer
brillaba en la acción.
No ves que estoy embretao,
vencido y maniao
en tu corazón.

Te vi pasar tangueando altanera
con un compás tan hondo y sensual
que no fue más que verte y perder
la fe, el coraje,
el ansia 'e guapear.
No me has dejao ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz.
Ya no me falta, pa' completar,
más que ir a misa e hincarme a rezar.

Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear me puse a correr...
Me vi a la sombra o finao;
pensé en no verte y temblé.
Si yo, que nunca aflojé,
de noche, angustiao,
me encierro a llorar,
decí, por Dios, qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy.

Listo, terminé: posteo corto, hoy. Ya no me reconozco. Solo me falta levantarme temprano e ir a laburar.

Se despide su ex malevo servidor,

DJ Vago

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